domingo, 16 de enero de 2011

DIARIO DEL ALTOARAGÓN

Después de tiempo sin participar con los amigos del norte... en el ejemplar de hoy sale un texto inédito del que suscribe. Espero que os guste. Lo que más ilusión me ha hecho, aparte de volver de entre los muertos, ha sido salir al lado de dos de mis preferidos: Juan José Millás y Mario Vargas Llosa, que son glosados en sendas criticas a propósito de sus últimas novelas. Cosicas así me alegran el día.

sábado, 15 de enero de 2011

COITUS INTERRUPTUS

“Buenas noches. Somos Triángulo de Amor Bizarro y vamos a daros por el culo.” Como presentación y declaración de intenciones no está nada mal. Fueron las únicas palabras que dirigieron al respetable, al margen del “gracias” de la despedida.

Se respiraba ambiente de expectación, creciente a medida que pasaban las 10 de la noche, hora habitual no escrita del inicio de los conciertos en la sala. Yo había salido de casa hacía media hora, sumergiéndome en la fría noche zaragozana. A la vuelta noté menos frío, debía ser por el aturdimiento sónico, no creo que la única triste cerveza que me tomé tuviera efectos tan caloríficos. Al llegar había más gente fuera que dentro, ya sabéis, los fumadores se tienen que buscar la vida al aire libre. Era mi primer concierto sin humo y no sé qué deciros. Por un lado se agradece volver a casa y no tener que ahorcar la ropa en la terraza, y por otro el humazo le da ambientillo al rocanrol, los canallas bajan bastante sin un cigarrito entre los labios.

Son 12 euritos, amigo. Precio de grupo grande para lo que se estila en La Casa. Ni un triste puesto de merchandaising que echarse a la cara. Cuando me vengo arriba y me emociono, siempre me llevo debajo del brazo la camisetica de rigor. Tampoco me gustó que la entrada fuera como lo que me dan en el polideportivo cuando voy a jugar a baloncesto, no podré guardarla entre mi recién estrenado álbum de recuerdos musicales. Un triste papel color sepia.

En contra de mi costumbre no me situé en el lateral izquierdo para ver en escorzo a los músicos. Tenía estudiado que el teclista se situaba en ese lado y eso me impediría la visión adecuada de la pareja cantante. Por eso decidí colocarme de frente, ligeramente escorado a la derecha a pesar de que los altavoces me tapaban la cara de Rodrigo, en cambio así sería mejor zarandeado por el que presumía ruido atronador. Siempre me quedaba la opción de irme al otro córner a ver qué tal. Me apoyé en una columna e inspeccioné el escenario: Batería, teclado, bajo, dos o tres guitarras y unos hermosos amplis. Pedales a mogollón. Me dispuse a esperar, al entrar había visto al batería y otro par de colegas dirigirse al bar de tapas de al lado, me imagino que no sólo de música vive el hombre. Suenan los Sonic Youth, la Velvet, los Smiths... y los minutos pasan tranquilos. Poco a poco la sala empieza a registrar una buena entrada, luces azuladas para dar atmósfera a la plataforma.

A las 10h 20 minutos salen los chicos. Aplausos. Son más guapos al natural que en las fotos y los vídeos. Isa, más bajita de lo que pensaba, luce un vestidito floreado casi veraniego. Rodrigo, -de negro riguroso, camiseta de manga corta y barba de tres días o cuatro-, es más alto de lo que imaginé. Bajo y batería también lucen sendas camisetas. Encima de un escenario siempre es verano. Arrancaron con ímpetu, trallazos de electricidad marca de la casa. La voz del chico no se escuchaba demasiado nítida, una pena no poder disfrutar de algunos impagables estribillos. Por el contrario, a Isa que va excelentemente maquillada según distingo desde mi miopía, se la escucha aceptablemente. Noté algún bajón durante ciertos momentos de la actuación, me hubiera gustado que el sonido fuera más potente. No sé qué me pasa últimamente que los decibelios no me golpean en la tripa, será que me estoy quedando sordo o es que tras pasar por las manos de Mogway y su brutalidad sónica, todo me sabe a poco. Así fue con Antonio Arias, con Los Planetas... con los mismísimos Iron Maiden.

El orden de las canciones me gustó, intercalaron algún temita más relajado con pandereta y todo, y dejaron para el final buena parte de la tralla que llevan dentro. Quizá la cosa resultó algo fría, en mi pueblo no somos la alegría de la huerta, y cuando la muchachada se animaba a dar algún bote y meneaba la cabeza con brío al son de los hits más reconocibles, el espectáculo entró en su recta final. Y es que llevábamos poco más de tres cuartos de hora cuando el súper cool flequillo de la melena de Isa empezaba a dejarnos huérfanos. Un grupo de oscuros, alguna celebridad pasada de la escena musical zaragozana, alguna otra emergente... empezaban a calentar motores cuando con un brutal acople final al ritmo de “El crimen: cómo ocurre y cómo remediarlo”, con la bajista arrodillada y las guitarras en feedback, retorcidas como serpientes a lo Lee Ranaldo, se metieron en el camerino. Allí quedó Isa descargando el infierno en nuestros oídos y haciendo que yo me pegara a la pared, por si acaso cumplía su amenaza inicial. Al momento, el resto de sus compinches volvieron para, tras saludar a la gente con la mano, acometer el tema final de la noche –supongo que adelanto del nuevo trabajo- enlazando sin un momento de pausa ni silencio y ofreciéndonos el mejor instante de la noche. Rodrigo cantó en el micro de Isa y entonces se le entendió mucho mejor.

Me quedé con ganas de más, nos quedamos. Sin llegar a la hora de actuación ya nos estaban echando a la calle. El grupo ha mamado espíritu punk, 29 minutos su último cedé –Año Santo- y los conciertos los despachan con igual rapidez. Por cierto, noto cierta similitud entre el cartel de las Fiestas del Pilar 2010 y la bonita portada del disco mencionado. Será casualidad o un homenaje entre artistas. Pues nada, que esperamos verles pronto de nuevo, en mejores condiciones y con tantos minutos que tengamos que pedirles que se vayan a casa, que no son horas.


 




martes, 4 de enero de 2011

LA VIDA EN EL BAR




Este texto aparecerá próximamente en el libro Sentado en una silla helada.


A LA VENTA EL 23 DE ABRIL DE 2013.

En la caseta de la editorial Certeza, Día del Libro. Paseo Independencia de Zaragoza.

PRESENTACIÓN 24 DE ABRIL. 19H30. BIBLIOTECA DE ARAGÓN (Doctor Cerrada,22)

A cargo de Javier Aguirre y Alfredo Moreno. Conduce el acto, José María Morales.

sábado, 1 de enero de 2011

TU ROSTRO MAÑANA

Acabo de terminar Tu rostro mañana (Veneno y sombra y adiós) que es la tercera parte del novelón, en todos los sentidos, de Javier Marías. Hacía tiempo me venía rondando por la cabeza la idea de que Marías es el mejor narrador español vivo. Y con esta obra ya no tengo la menor duda.

 
A Marías le ocupó ocho años de su vida el escribirla y a mí seis leerla. Gracias a mi manía de no quitarle el precio a los libros, incluso llego a guardar el resguardo de la compra a modo de marca páginas, he comprobado que la primera parte, Fiebre y lanza, la compré a finales de 2004, bien pudiera ser que a comienzos de 2005.

Ya era un seguidor del autor años atrás. Recuerdo que me acerqué a su obra a través de Corazón tan blanco y de Todas las almas. Y después sus libros de relatos y Mañana en la batalla piensa en mí, Negra espalda del tiempo... No me negaréis su habilidad para poner títulos.

Me parecía un autor “filosófico”, de escritura pulcra, culta, elegante. A veces lo veía como un gran contador de historias y otras como un artesano de la palabra. Me resultaba difícil encuadrarlo, quizá ahí radique su magisterio, la combinación exacta de los términos tan recurrentes de “fondo” y “forma”. Me gustaba su sentido del humor, fino y agazapado detrás de cada una de sus líneas.

También me parecía muy atractiva su figura humana, su persona, con ese aspecto refinado y educado, tan inglés en un país tan alejado de aquel estereotipo. Para mí siempre será el joven Marías, como lo bautizó Juan Benet, una especie de enfant terrible de la Literatura española, un icono de modernidad y buen gusto.

Como os decía, hoy de madrugada, eran las dos de la mañana, he terminado de leer la tercera parte de TRM –así abrevian en su web al referirse al libro-. Me había dejado cincuenta páginas para degustarlas a la vuelta de la Nochevieja, en el peor de los casos para leerlas de buena mañana, mientras la ciudad dormía y yo madrugaba. Este libro lo compré 23 de noviembre de 2009, justo al día siguiente de acabar subyugado por su antecesor, la segunda parte que se subtitulaba Baile y sueño. Comprobaréis que no me he dado mucha prisa en acabarlo para tanto que os digo que me ha gustado. Me explicaré.

En los últimos años leo muy poco, menos de lo que yo tenía por costumbre y seguramente menos de lo que debería. Puede que ahora compense mi afición escribiendo mis tontadicas, mis mamarrachadas. TRM ha sido algo así como el leit motiv de mi vida en los últimos tiempos. Ha sido la obra a la que he ido y vuelto siempre que tenía ocasión, cuando mi afición lectora renacía y no se limitaba a los libros de cuentos con los que he ido entreteniendo el tiempo. No son libros para leer en el autobús, que es a lo que me he acostumbrado últimamente, ni casi en la cama antes de dormir por su peso y voluminosidad. Enfrentarse a Marías requiere tiempo y un pequeño esfuerzo.

He ido leyéndolo como quien recurre a la Biblia para buscar consuelo, por el simple placer de leer, de sumergirme en su prosa y en la musicalidad de sus palabras, en su impecable ritmo, en su manejo de las citas y el tiempo, en su estilo digresivo que sin necesidad de contar te involucraba, te ataba a la trama de un modo definitivo. Leía, lo dejaba y a lo mejor regresaba tras días, semanas, puede que meses de ausencia. Pero siempre volvía. Es como el amigo que sabes que no te va a fallar. Y ahora que he terminado esta dulce y titánica batalla me siento vacío y algo triste. Marías confiesa que ha quedado exhausto después de estas casi 1600 páginas que componen la totalidad de la obra. No está nada mal sobre todo teniendo en cuenta que comenzaba diciendo “ No debería uno contar nunca nada...”. Que seguramente nunca volverá a escribir novela, que siente que todo lo ha dicho ya. Los lectores seguramente nunca podremos volver a leer otra novela del mismo modo que antes de TRM, obra monumental y me atrevería a decir que histórica. Sólo por ella uno debería entrar en el Parnaso, junto a los grandes escritores que en el mundo han sido, mis amigos los del boom que leí hace más de veinte años y que me convencieron de no intentar lo de escribir por los siglos de los siglos, los narradores europeos que no he frecuentado pero que ya están en todas las enciclopedias. Leer TRM te apabulla y te hace sentir enormemente pequeño, hacerte dudar de la conveniencia de seguir juntando letras, todo está dicho ya desde hace mucho y de modo impecable, tan hermoso.

Jacobo Deza, Tupra –o Reresby, o Dundra, o Bertie-, Sir Peter Wheeler, De la Garza, Custardoy, la joven Pérez-Nuix, Luisa, el padre de Jacobo –o Jacques, o Jack, o Jaime- son personajes difíciles de olvidar. Son los protagonistas de un trocito de tiempo que se quedará flotando en las casas de quienes se aventuren en sus páginas.

No había mejor manera de acabar un año y empezar otro, parece que incluso se trata de una nueva década, que de la mano del señor Marías. Las últimas setecientas páginas, especialmente Sombra y Adiós, se leen con el apremio del que se ha enganchado a algo y ya no puede pasar sin ello. Me quedo con los diálogos entre padre e hijo, con la presencia de la muerte, con la descripción del amor y la ausencia. Con tantas cosas. La novela se va acelerando y al final nos sitúa al borde de un abismo al que no dudamos en saltar. Perdón, nada de ¿Literatura? hasta pasado un buen tiempo. Qué ridículas me suenan mis palabras al hablar de algo tan grande.

Os animo a entrar en el mundo de este singular escritor, quizá no de la mano de TRM, probad con sus cuentos, con alguna novela inicial... si me permitís la sugerencia. Yo lo he disfrutado muchísimo y sin duda ya es parte de mi vida.